* Más de dos décadas desde la mayor tragedia de Nueva York
Este miércoles, 11 de septiembre, es el 23º aniversario del atentado de las Torres Gemelas que despertó Nueva York y sacudió el mundo entero. Aquel día, más de 2.000 personas sucumbieron a los ataques con diversos aviones y dejó una huella imborrable en Estados Unidos. Más de dos décadas después, la catástrofe sigue recordándose con estupor y, con los años, el mundo es un lugar muy distinto al de entonces.
Uno de los cambios más importantes es que desde aquel día Estados Unidos pasó a fijar su mira no en un país concreto, sino en un grupo cuyo rastro iba más de un único territorio. Al-Qaeda se dividía en muchas facciones y sus tentáculos llegaban a muchos países, con terroristas asentados en diferentes partes del planeta. Ahora, esa es una guerra global que en la actualidad todavía se mantiene.
El radicalismo del islamismo se extendió hasta otras naciones y puntos geográficos, afectando a nivel global y provocando atentados en muchas otras áreas. Desde entonces, Europa o África, por ejemplo, también han sufrido las consecuencias de esta ideología extremista.
Esto, a su vez, derivó con los años en una creciente oleada de comentarios contrarios al islam. Los discursos de odio y el resurgimiento de las formaciones políticas de extrema derecha que promueven proclamas racistas e islamófobas son cada vez mayores, dividendo así al mundo mientras el terrorismo no cesa.
Del espionaje a la tortura
Los casos de espionaje, bajo la defensa de la seguridad nacional, también es una de las consecuencias de aquel 11-S. Son muchos los casos en los que, países como Estados Unidos, han sido señalados por escuchar o espiar a sus ciudadanos aprovechando la evolución tecnológica. Una situación que, con las últimas novedades, apunta a no cesar.
Los atentados también modificaron el panorama de los servicios secretos de los países, de nuevo con potencias como Estados Unidos en el punto de mira, pero también incluyendo a otros muchos territorios. La tortura a los posibles sospechosos, así como las prácticas en cárceles más o menos escondidas, con Guantánamo como ejemplo, son sólo algunos de los casos.
MARCA